Una conversación que debía a lo sumo durar una media hora, rápidamente se convirtió en una entretenida jornada que se extendió por más de dos horas. Una serie de historias y relatos que vinculan a Rolando Arancibia desde que era un niño al Valparaíso Sporting, lo convierten hoy en un personaje muy querido entre quienes aún trabajan en el recinto. Y quienes lo conocen por primera vez, quedan maravillados por su extrema simpatía y la gracia con las que va recordando diferentes episodios de su vida.
Tenía apenas 3 años cuando pisó por primera vez el Valparaíso Sporting en compañía de su padre. Así se comienza a escribir la historia que vincula a Rolando Arancibia con este recinto hípico.
Su padre estuvo a cargo de la concesión del bar de socios por varios años. Allí don Rolando entabló varias amistades. Aún recuerda anécdotas y ciertos personajes que llegaban en busca de un rato de entretención. “Yo les conocía sus gustos a muchos de ellos, por ello cuando llegaban yo ya sabía qué iban a tomar o comer. Hice varias amistades. Era muy entretenido conversar y conocer las historias de cada uno”.
A los 17 años don Rolando comenzó a trabajar como ayudante de juez de partida, en donde debía manejar la bandera cuando el juez daba la orden. Esta es una época que atesora con mucha nostalgia, sobre todo cuando hace mención de las condiciones con las que en ese entonces funcionaban esas instalaciones. “Era todo bastante rudimentario, y a raíz de ello tuvimos varias anécdotas que son parte de mis recuerdos de cuando trabajaba en ese espacio”.
Pero el trabajo de Rolando ahí tendría una pausa, ya que sus padres deciden que debía ingresar a la Fuerza Área, específicamente a la Escuela de Aviación, en donde solo alcanzó a estar dos años. “Me enfermé de la vista y como era obvio no pude seguir. Ahí volví al Valparaíso Sporting mientras era gerente Rolando Vergara”.
Desde acá comenzaría a desarrollar una trayectoria que lo llevaron a ser parte de la junta de comisario y finalmente presidente de esta. “Pero antes fui juez de llegada, juez de paddock y supervisor. En este último cargo logré que se ampliara el policlínico y que se mejorara el salivario”, cuenta con orgullo don Rolando.
Mientras colaboraba en el Valparaíso Sporting, en paralelo trabajaba en la empresa Torre, en donde conoció a su mujer, con quien tuvo 2 hijas
Si bien don Rolando en la actualidad ya se encuentra jubilado, aún continúa visitando periódicamente el Valparaíso Sporting, en donde son varias las personas que aún lo recuerdan y se acercan con cariño a saludarlo. Acá él se siente muy cómodo y con gracia nos cuenta que también le gusta apostar, aunque siempre lo hace con pequeñas cantidades de dinero, porque como afirma, “la idea es pasarlo bien”.
Los relatos y anécdotas de don Rolando nos mantienen en una entretenida conversación por más de dos horas. Es momento de finalizar la entrevista, pero no podemos retirarnos sin antes reflexionar acerca del enorme tesoro humano con el que el Valparaíso Sporting cuenta, con personas que, sin intención, han escrito una historia importante no tan solo para este hipódromo, sino también para la ciudad en el cual este se inserta: Viña del Mar.
Fotografía: Natalia Espinoza
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